martes, 10 de julio de 2007

EL HADA MADRINA


Por El Sastre
Quizá fue una lágrima congelada. Quizá fue la bruma escondida en el rojo de las hayas. Quizá fue violín. O arpa. O un rayo de luz descuidado, perdido, hechizado. No sé. Fuera lo que fuera, apareció por la ventana. Con sus ojos violetas y sus labios de escarcha, diminuta, frágil, vestida con sus pequeños harapos de hada y envuelta por un halo melancólico y azul que se confundía con el sol de la mañana. Se posó en mi hombro. Se acercó a mi oído. Si dijo algo, ya no tiene importancia. Es el hada de las cosas bonitas. Desde su espejo invisible, retrata la vida con susurros y palabras. Tal y como llegó se fue. Escapó nerviosa por la ventana. Cuando se marchó, me sentí distinto, transformado, inundado de añoranza. ¿Qué me ha hecho? ¿Volverá a mi lado? La respuesta no tardará. Quizá.

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