Estos chicos se prendaron del mismo vestido y casi se tiran de los pelos. Es que hay gente para todo...
Por Cuca Guillén
Se lo dije a mi amiga Pitusa y me miró como si estuviera loca. Que sí, ya verás qué divertido, le dije, será un mercadillo, irán chicos jóvenes, con discos, libros, ropa… “Mira, que ya estoy muy mayor. A mí no me llevas a un antro a probarme ropa de segunda mano. A ver si me entra una infección. Lo de ir a un pase de modelos en Grancasa, vale, pero esto es demasiado. Mira, Cuca, que no. Y como se enteren en la Peñaza, nos ponen a caldo. Que no, que no, que no…”, me respondió tajante. Yo le contesté que vale, que tenía razón, que ya no éramos crías. Pero cuando se marchó a recoger a los niños a la piscina, pues oyes, que cogí la cámara de retratar de mi marido y allí me planté. Espoz y Mina, 17. La Casa Magnética.
Fíjate que me había puesto para la ocasión, con un Chanel discretito que me había comprado en el Corte Inglés. No quería llamar la atención. Al bajar por las escaleras, todo me pareció raro. Tan oscuro, esa música que ni me sonaba, la gente con esos pelos… Vamos, que no era el Gregory’s. La verdad es que todos me miraban. Supongo que las clases bajas no están acostumbradas a tanto buen gusto así de repente. Y eso que el Chanel era de rebajas. Pues nada, que me puse a mirar qué se vendía y a hacer unas fotos para el blog. No entendía nada. De los libros, poca cosa. Y de discos... Los vendían a cinco euros, por lo que me imaginé que no serían muy allá. Además no conocía a ninguno. Bueno, miento, que encontré uno de Mecano de mis tiempos. Había un casco y una cazadora a 15 euros.
Como la cosa cultural no me iba mucho, me fui hacia las ropas. A ver, a ver… En fin, horroroso. Para qué decir más. Ni en las fiestas de disfraces que Pitusa organiza en el chalé me ponía uno de ésos. Pero mientras le echaba un ojo a semejantes ropajes, me encontré con unos chicos bien majos que me dieron conversación. Eran pobres, pero, oyes, de todo tiene que haber. Se llamaban Nacho, Virginia, Belén, Tomás y Javi. Mira, hasta me fui con las chicas a probarnos la ropa al baño. Bueno, ellas, que yo tenía un poco de aprensión. Me sentí como cuando estaba en Sansueña y nos juntábamos todas a enseñarnos los trapitos. Claro, que no eran iguales, pero ya me entendéis. Fíjate, que al final lo pasé bien. Y hasta me tomé dos cervezas y acabé un poco piripi. Que no había bebido cerveza desde aquel día con los chicos de Jesuitas… Mejor no hablar, que luego dicen que en Sansueña la que no es p… lo sueña. Después de tanto ajetreo, me fui directa a casa. Hoy claro, el comentario de Pitusa. “Qué, graciosa, qué mona estás con tu Versace de segunda mano…”, me soltó la muy perra. “Ay, quita, quita, que al final me lo pensé. Me quedé en casa, que tenía que aclarar cuatro cosas con la doncella, que ya se sabe con estas ecuatorianas... Anda, anda, vamos a Escada que hay un modelito ‘de lux’ que no te puedes perder”. Pues a Escada que nos marchamos. Que otra cosica es.
1 comentario:
preciosa caja de hilos
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