Por El Sastre
Nieta de un marqués secretario de la Real Maestranza de Caballería de Zaragoza, hija de médico y esposa de abogado de postín, creció como cualquier niña bien de la alta burguesía. Se educó en el Colegio femenino Sansueña, hizo su primera comunión en la parroquia de Santa Engracia y se matriculó en Derecho para ver si conocía a alguna promesa en la abogacía con una buena familia a sus espaldas para que la desposara. No acabó la carrera, pero consiguió su objetivo y se convirtió en lo que sus padres siempre habían soñado para ella: esposa y madre de dos niños, católica, apostólica y romana. Su marido Carlos es de los que viajan mucho y la tiene un tanto desatendida. Pero a Cuca no le importa mucho, mientras no falte crédito en la Visa. Pasados los 40, luce un pelo rubio teñido de los que deslumbran, vestido de Chanel, inmensas gafas de sol de Gucci, bolso de Louis Vuitton, zapatos de Prada… Sin ser guapa, un par de correcciones quirúrgicas le han conservado un tipo más que aceptable, que el Papa todavía no ha dicho nada del bisturí y la silicona. Cada cuatro años, a votar al PP, que no se diga. Pero bajo el caparazón de lujo pasado de frenada y conservadurismo un tanto hipertrofiado, hay una mujer curiosa, moderna y revolucionaria, que busca algo sin saber exactamente qué es. Está dispuesta a aventurarse. Eso sí, sin que se entere nadie, que ella es Cuca Gillén y no quiere dar pie a habladurías. Faltaba más.
domingo, 15 de julio de 2007
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