martes, 7 de agosto de 2007
LA PALABRA VULGAR
Por Safo
Ya es la segunda vez que me reprochan que, al hablar de la belleza en las palabras, nunca considero las más vulgares ¿Acaso no tienen el mismo derecho? No. Me explico. Primero dejar claro que con "vulgar" no quiero decir otra cosa que "comúnmente usado". Bien. Sólo se me ocurren dos maneras por las que una palabra pueda ser bella. Puede que lo sea por su sonido, por la música que acompaña inevitablemente a su pronunciación o puede que lo sea por el significado que contiene. Llamémoslas belleza lírica y semántica para diferenciarlas. Independientemente de si fue bella o no, lo que le sucede a la palabra vulgar tiene algo que ver con algunas de las viejas canciones de los Beatles, las hemos escuchado tantas veces que somos incapaces de reconocer su belleza. Como la música mundana, ésa que producen los siete planetas al girar y que el cansancio no nos deja ya escuchar, la posible belleza lírica de la palabra queda oscurecida tras el hastío del uso. Así, la primera vía, la lírica, hacia la belleza para la palabra vulgar si no muerta queda, al menos, anestesiada. También pasa que la palabra, como organismo vivo, va absorbiendo los diferentes significados que cada hablante le otorga. Las palabras más comunes se llenan y se dan de sí como zapatos usados. Cargadas de matices contrarios, engordan hacia una indeterminación semántica. Terminan vacías y por tanto tampoco son candidatas a participar de la belleza. Por todo esto, aunque en La caja de los hilos ambas, belleza y vulgaridad, son clientes fijas, rara vez coinciden.
Los zapatos los encontramos en el trastero de Helena Santolaya. Recuerda aquellas palabras...
Bee Gees - Words.mp3
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